Tal vez sonara tonto, pero aun
extraño, aquellos días donde no te conocía, donde el respirar era fácil, donde
la vida era blanco y negro, donde un taza de té no tenía aroma, donde todo
tenía una sola respuesta.
Llegaste como una ráfaga de
viento, mencionando, “soy Natalian, pero puedes llamar Nat”, hasta tu nombre
sonaba ridículo, pero tus ojos no lo eran, además, aquella sonrisa que aun la
tengo presente. No era sencillo deshacerme de ti, en poco tiempo pasaste de
<solo Natalian>, a ser, “mi Natalian”.
Es difícil definirte con una sola
palabra, porque, te llevas el diccionario completo, pero, el amor sigue aquí,
te preguntaras ¿dónde?, pues un martes por la tarde lo sembraste con un beso,
y con estas palabras que nunca olvidare,
“Te convertiste en mi canción favorita, de esas, que la reproduces un millón de
veces”
Un año y dos meses, se
convirtieron en mi mundo, pero sería eterno esperar un mes, para replicar “si
acepto”.
Juramos que, entre nosotros nunca
ocurrirá una despedida, porque obviamente las detestabas, pero creo, que la
promesa se corrompió, cuando tu corazón dejo de latir y el respirar sería una
agonía.
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