sábado, 18 de marzo de 2017

CAPÍTULO 8

El Color De Sus Ojos

...

Llamada a larga Distancia.

Mariza: Agnés, enserio entrañaba escuchar su voz
Agnés: Señorita Mariza, quería agradecerle por el regalo que me ha enviado, es fantástico.
Mariza: Agnés el agradecimiento es de mi parte, has hecho mucho por mí. Quería saber si tienes noticias sobre mi hermano.
Agnés: La verdad, es que es más difícil de lo que se ve, pero cuando me encontraba en Ecuador, descubrí pequeños datos. A lo mejor será que se ponga en contacto con su Padre y hablen sobre aquel tema de su hermano.
Mariza: ¡NO!, es una Mala idea, de seguro papa tuvo algún contacto con él, puedes revisar su agenda, ¡ah!, revisa su despacho.
Agnés: ¡Señorita!, ¿Cómo podría hacerlo?
Mariza: entra por la puerta y .....
Agnés: Claro que se cómo hacerlo, quiero expresar que, sería un Traición, podría despedirme.
Mariza: Solo quiero, saber más, no puedo esperar, sabes, mi tolerancia se ha terminado y lo único que quiero es conocerlo, así sea no poder mirarlo como es, pero...
Agnés: llegara el día, en el cual usted pueda abrir verdaderamente sus ojos.
Mariza: Aquel día ya no existe, y lo único que puedo hacer es seguir viviendo de la peor manera.
Agnés: ¡No!, no se le ocurra mencionarlo de nuevo señorita....Agnés, ¿podrías desplazar las cortinas?, ¿con quién platicas?.... La señorita Mariza está en la línea.
Didier: ¿Mariza?
Mariza: Oh Padre, cuan agradable es volverte a escuchar, cada vez que intento llamarte, no te encuentras en casa.
Didier: Oh cariño, lo lamento, la verdad es que me encontrado bastante ocupado, tratando de encontrar ...
Mariza: ¿Encontrar qué?
Didier: algo, que pondrán muy feliz a mi hija.



Mi madre había preparado una merienda deliciosa, pues no frecuentaba hacerlo, ¿acaso tenía que contarme algo?, incluso ¡HIZO POSTRE!, por Dios hace mucho que no lo hacía, al mirar aquella vajilla, solo alce la vista, intentado averiguarlo, tomo asiento en aquella mesa pequeña, sus ansias llegaban hacia sus dedos.
— ¡Hemos acabado de pagar el crédito! — dijo, que al instante, tome un trago de agua.
—Puedes despedirte de este lugar, así podremos mudarnos a "nuestra nueva casa" —agrego mientras levantaba las manos hacia el cielo.
—wau, enserio, Mama te felicito — dije, llevándome un bocado de comida, con ello analizaba el pequeño departamento, había llevado mucho tiempo aquí, lo suficiente para saber que la puerta principal, no tiene seguro, que la cocina mide un metro, que la ventana de la cocina fue rota por accidente, la remplazamos por una cartulina blanca, lo suficiente para conocer el horario de discusión de los vecinos.
—Además— dijo mirándome de reojo —una parte del dinero ira para tu universidad— dijo con tal rapidez que al tiempo la mire dejando caer el cubierto sobre la mesa.
—Antes de que comiences con eso de que "ya lo hablamos" — interrumpió, dejándome callado— Quiero que hagas lo que amas, ya deja por un momento de preocuparte por los demás, lo has hecho bastante, incluso, pasaste a estudiar los fines de semana—dijo, colocando sus codos en la mesa
—Solo fue el último año— interrumpí
— Pero quiero que sigas haciendo fotografías, quiero que pienses en tu futuro, solo...tomate un tiempo y piénsalo—dijo.
La habitación se había convertido en el silencio, aquella mujer había luchado por muchos años, por sacar a su hogar adelante, ya me sentía suficientemente adulto, quiera lograr muchas cosas, pero, quiera hacerlas por mi propia cuenta, ¿estudiar la universidad?, claro,¿ pero a cuestas de mi Madre?
TIM, TIM, TIM, aquel ruido otra vez, me levante de la mesa, mientras caminada a la cocina conteste.
—Hola, ¿no son las tres o cuatro de la Mañana?— dije, entre risas, limpiándome las manos en una servilleta.
—Sabes, solo te he dejado descansar, además te he llamado, porque me han robado— dijo Mariza con su tono neutral.
— ¡Que! ¿Como? ¿Estás bien? ¿Dónde te encuentras? — pregunte mientras corrí hacia la habitación, no podía imaginármelo, solo quería seguir escuchándola.
—Que me han robado, ¿cómo lo han hecho?, no lose, si, estoy bien, pues saber dónde me encuentro, eso es lo más difícil, además eh salido sin el brazalete— dijo, la tranquilidad es algo característico en ella, pues no tenía miedo.
— ¡No tenías el brazalete, no bebiste salir de casa!— agregue, mientras en el escritorio yacía la cámara cargándose, la desconecte y la metí en la mochila.
—solo llamo, para que me ayudes, no para que me regañes, además es el único número que me sé— dijo Mariza.
— ¿Qué es lo que escuchas? —dije, que al instante guarde silencio.
— mmmm, un montón de carros, mmm ven divierte, tenemos la promoción de viernes dos por uno aquí en tu cafetería aroma a café, Samuel lo has escuchado— dijo.
—Sí, no vayas a ningún lugar— mencione, finalizando la llamada, corrí hacia la salida, Aroma a Café, Aroma a Café, Aroma a Café........, tome la llaves que se encontraban en la mesa.
—Mama, por casualidad sabes dónde queda la cafetería Aroma a Café— pregunte, abriendo la puerta.
—Cómo olvidarlo, está en la avenida América, frente al centro comercial— contesto, llevando los platos al fregadero.
La luna se encontraba en su punto más alto, son las nueve y treinta de noche, he buscado a Mariza en el centro comercial, cruzando la calle esta aquella cafetería, eh rodeado toda la cuadra, pero no logro encontrarla, su voz sonaba tranquila a través del teléfono, solo quería saber si se encuentra bien.
— ¡MARIZA! —grite, intentado hallarla.
— ¡MARIZA! — grite, por segunda vez, con la desesperación en la garganta.
— ¡Callen a ese loco! — era la voz de Mariza, sentada en la acera cubriéndose con el abrigo, mientras un auto rojo pasada por la calle logre llegar hacia ella.
—hay que aprovecha el viernes dos por uno—mencione inclinándome cerca de su oído, al instante la chica se puso en pie, salto hacia Samuel, que al tiempo el chico la estrecho entre sus brazos.
—Uno bien cargado— dijo, respirando cerca del tórax, engancho su brazo hacia el mío y caminamos hacia la cafetería que esta se encontraba llena, el aroma a café, es evidente en el ambiente.
— Pues la única mesa disponible se encuentran en el jardín, con el frio que hace, nadie la quiere— dijo el mesero, mientras llevaba una bandeja vacía, nos habíamos decido por ella, caminamos entre las mesas ajetreadas, en la puerta del fondo se encontraba el jardín, la mesa fue armada de inmediato, al lado izquierdo se encontraba un cama elástica redonda, al otro lado un auto viejo, que tal vez funciono en un lejano tiempo. Cerca de diez minutos, nuestras tazas de café se habían enfriado.
— ¿Porque no has llamado a tu madre?— pregunte, frotándome las manos.
—Pues, mi madre es muy melodramática, si se entera que me ha sucedido esto, llamara a mi padre, y, entonces me prohibirán salir— dijo levantado su taza de café.
—Adivina que— dije con un tono entusiasta, Mariza no hizo caso omiso.
—A mis espaldas se encuentra un cama elástica— repuse  intentando animarla, por un momento levanto la mirada, la tome de la mano llevándola cerca de la cama.
—Con este frio será mejor saltar un poco—dijo sacándose los zapatos, acerco sus manos al acero, con un impulso llego allá arriba.
—Vamos, no me digas que saltare sola— dijo Mariza, dando una palmadita a la cama.
—eh logrado saltar de un abismo, pues qué más da— dije quitándome los zapatos, segundos después, estaba lo suficientemente cerca de ella, lo único que puedo ver son nuestros alientos en el aire, en cada salto Mariza contaba, podía sentir mi corazón en lo más alto, pues solo quería mirarla, salte frente a ella, tome su otra mano y brincamos  así por un momento, pero no podía evitar sentirme más cerca, quiero respirar el aire que respira, quiero sentir lo que ella siente, quiero saber porque ríe y de pronto me encontraba en su boca, Mariza rodeo mi cuello con sus brazos que al instante la tome de la cintura, pues al probar uno de sus besos, podría volverme adicto a ella.




Gracias por leerlo, espero que les agrade y no olvides ser parte del blog y sumérgete en esta historia y además perdón por la demora del capítulo.

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